No recuerdo cuando empecé a perder la vista. Supuré una semana de achaques. Llegó una jodida tormenta a mis libretas, no pude escribir en la universidad. Las mañanas son mi jaqueca. (conozco un toro pequeñito, lo invito a desayunar un panqué con leche en mi cerebro, pero siempre disputamos la verdad de los asuntos vacunos y termina embistiendo y desordenando toda la sustancia gris y las lámparas. El otro día rompió la mecedora de mi abuelo, y bueno, son objetos perecederos, sí, pero le quita sílabas a mi nostalgia. Ahora ando por ahí con mi nostal o mi talgia) Por las tardes duermo y eso desequilibra mi hambre, flojera e inspiración. Escribo a oscuras, con tinta succionada de las pinturas rupestres menos estimulantes. Me levanto y me pongo a refunfuñar porque me perdí el atardecer. Las puestas de sol coleccionables, las cazo con un arco de plástico inflado con mala publicidad (destapacaños que brillan en la oscuridad) y una flecha de neopreno, apretada como un risco. Mis metáforas me disgustan. Las siento guangas. Cuando se va la luz y regresa, tú acabas de abrir el refrigerador y el resplandor de foco gélido, artificial, nervioso te llega con el olor a plátano húmedo o de cristal empañado... Pues así me siento últimamente, como el pico fosforescente de una gaviota aciaga con las plumas quemadas por un faro de molestias. Me quedo en calzones toda la luna (es decir todo el funeral, es decir toda la lluvia nocturna) y con garabatos termino un poema a guitarrazos y luego leo a los simbolistas franceses y posteriormente me deprimo y para salir del fango espiritual me pongo a cantar como perro (ídem a ladrar como músico) y al día siguiente me llevan un citatorio formalísimo al salón donde llevo la clase de 'Lingüística administrativa para pérfidas desgraciadas y aduladoras del formalismo ruso antiorgásmico y anticulinario' y (el sonido de la caída de una caja) me estrellé contra el cansancio.
Me levantó una de esas gordas aspirinas del tamaño de una quijada y ahí me ven patinando en el estanque congelado de mis ojeras para llegar a una oficina. Me reporté con el Licenciado Mengano y una secretaria me pidió tomar asiento, entonces yo saqué mi lanzallamas portátil y un vasito cónico de papel para arremeter a llamaradas salvajes contra la silla que ardió hasta quejarse, finalmente con un soplido bien hipócrita se derritió y yo retuve el juguito restante en el cono y lo empiné hacia mis labios y respondí: 'Épale, marciana, ya me tomé el asiento, literalmente, me lo bebí, me lo sorbí, me lo chupé. Y ya no gime la sequía al interior de mi garganta'. Pero sagradísimo coño, nada aconteció como lo estoy narrando. En vez de eso el licenciado Mengano me recibió. Resultó ser un caballo caballeroso. Me ofreció, me rogó ayudarlo para entrenar juntos a una bacteria tierna o a un hipopótamo anoréxico para el próximo torneo (o festival) de matatenas (en Zimbawe). Yo me crucé de brazos y le confesé que tenía en mi poder drogas deportadas desde Lituania hasta mis calcetines. El bárbaro se levantó bruscamente y me empujó con sus rodillas para acto sucesivo quitarme la camisa (con un destapacorchos), el muy maniático intentó dibujarme un pato con una crayola amarilla. Antes de eso yo ya había despertado en la sala de espera contigua a la verdadera oficina del licenciado Mengano. (Así ocurrieron los acontecimientos: me desmayé en el aula y el maestro asexual en lugar de encamarme rumbo a la enfermería me castigó por irresponsabilidad estomacal o una mafufada así, firmó mi citatorio con asuntos estudiantiles y contrató dos zopilotes para que me llevaran cagando (ojo, no dije cargando) y rodando (ojo, no dije volando) hasta las puertas del inframundo. En el vestíbulo conocí a Ian Curtis, el mero, y balbuceó con su palidez mientras mordía su dedo meñique y sostenía un periódico viscoso entre la axila: 'You hate less while sleeping.' ¿Habrá querido decir while dying? Estornudé y dolió para salir de esas cavernas.
El licenciado Mengano es un pelmazo disfrazado de caramelo cubierto de pelusas. Se aventó un monólogo insensible:
-Jovenzuelo, escuche con atención (una marca de audífonos auspiciadora), estamos hartos (es decir hasta el cuello, y si fuéramos jirafas aumentaría) de los juglares invasores y sus nocivas carpas al igual que sus ofensivas prosas. Aunado a esas manifestaciones o interpretaciones que van desde cavernícolas a mojarras o a protozooarios. No me interesa si ustedes se disculpan en cada ocasión y se retiran cuando los cachamos (llegamos tarde porque se atreven a organizar sus improvisaciones a la hora del té y eso es inaudito y ventajoso para ustedes e injusto para nosotros). Así que le voy a pedir que se me calmen, que se me aquieten y también le pediré estrictamente que me firme la siguiente petición para adoptar un manatí siberiano, porque mi esposa no me lo permite y si lo hacemos a su nombre nada de eso afecta).-
Grité como un mono aullador. Agarré un papel de baño y lo arrojé con toda la furia de 79 Polifemos (el cristal no se asustó siquiera) entonces me recomendó (es decir, me pre-obligó) asistir al psicólogo. Entonces me encaminé a un consultorio, pensando en Jung. ¿Le habrá gustado bailar salsa? Recordé un poema malísimo que tenía pegado en su baño un conocido que estudiaba un doctorado y tiene una tesis intitulada: 'Psicología necesaria para aprobar la zoofilia y/o necrofilia en Latinoamerica.' Con todo y baba fui al módulo de información para saber ¿dónde está el psicoanalista? y me hicieron completar una encuesta (pues ya estaba iniciada) y que citaré por puro entretenimiento:
A)¿Está satisfecho con la satisfacción de la información que lo satisfizo?
Respuesta: CAMELLO SIN JOROBA (el dibujo de un camello sin una joroba)
B)Del 1 al 10 siendo 1 'Asqueroso' y 10 'Ubicuo' ¿Qué opina sobre el servicio dado?
Respuesta: MAÍZ CON PRISA (el dibujo de una mazorca corriendo y sosteniendo un sombrero)
C) Si usted quisiera demandarnos ¿Usaría un abogado competente?
Opciones: Ajá;
Ojalá;
Otra: ¿cuál?
D) ¿Cree usted que estamos destrozando vidas (y un mundo) conforme resbalan los soles?
Opciones: No entendí la pregunta;
¿Podría repetir la pregunta?;
Soy metafísicamente incapaz de responder.
----------------(Fin de la encuesta.)
Me escabullí entre troncos y máquinas descapotadas hacia el edificio de asesorías donde una corbata me entrevistó. Yo le expresé mi voluntad para unirme a un novedoso movimiento de postvanguardia: el melancolíísmo. Escribo para esconderme, para desenfadarme, para mover ficciones. Le espeté mi parecer, sólo podría sentirme mejor si me permitía burlarme un poco de él. (¿Cómo? Le aconsejé googlear el concepto de solipsismo, dicen que horas después perdió los estribos y un imbécil lo ayudó a pegar y repartir panfletos de 'Se buscan estribos. Se ofrece recompensa alimenticia'). Posteriormente le pedí que me examinara con la prueba de Rorschach. Todo me remitía a una mariposa negra con rasgos azules, o a un hombre de nieve con cáncer, o a una rebelión orquestada con tinta de pulpo, o a un pantano estornudando. El individuo me regañó antes de finalizar la sesión, opinaba que yo soy un ente mediocre para mantener una beca con la calificación mínima aprobatoria, que yo era un vagabundo chapucero, un distraído, un bufón, un idiota virulento, y que una institución de renombre no merecía las desvergüenzas y menoscabos de mi ruin existencialismo ni tampoco los fuegos pirotécnicos de mis ataques de alegría. Me reprochó lo que sea.
Ahora suspiro. Quisiera ser un comediante profesional, o un trapecista, o un equilibrista, o un vigía a bordo de un rompehielos. Pero sólo soy escribano. Dirigí mis huesos al colchón donde muero. En el camino se interpuso una anciana morena con faceta obnubilada y un pocillo estirado con la limosna.
-¿Algo?- habló.
Y sus ojos callados, sus canas remilgadas y unas arrugas humilladas me lastimaron, el altar de una mujer marchita, censurada, como una tierra de anulación. Yo no traía dinero, de lo contrario le habría dado un billete de veinte, un par, un millón, si le fallase el corazón le daría el mío, lo remuevo y se lo tiendo como ofrenda, se lo inyecto por las costillas para que ella pueda seguir pidiendo.
26/Sept.
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